Coterráneo rochense: este vecino fue don Domingo Corbo.
Mayoral de diligencias, propietario de una línea hasta Santa Victoria. Orgulloso devorador de caminos, era aquel que entraba sereno y confiado en los distintos pueblos de su ruta haciendo alarde de la calidad de su caballada, del respeto por los horarios y la seguridad de su pasaje y encomiendas.
En su pasaje por la vida nos dejó a su hijo Conrado, amigo gentil de todos los rochenses; amante irreductible de su River, vecino cariñoso, parroquiano fiel.
Nos dejó también a su nieto, el Mingo, de quien la vida, en artero manotazo, nos privó tempranamente de disfrutarlo en su dimensión humana y bonachona.
Don Domingo fue protagonista de un hecho tan sorprendente como desconocido.
En tiempos de advenimiento de los automóviles, seguido de la rápida desaparición de los pesados carromatos llamados “diligencias”, fue el único rochense en pasar de conducir una de ellas para adaptarse velozmente a las comodidades del nuevo vehículo.
En la fotografía lo vemos en momentos de solicitar su permiso de conducir en 1918.
En algún bolsillito de la memoria y corazón de los rochenses tiene que permanecer el recuerdo de este vecino servicial y ejemplar: don Domingo Corbo.

Por: Néstor Sabatino Dossi