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¿De dónde vienen los microorganismos que están en el aire?

El mundo en el que vivimos ya no es lo que era. Pero es el único que tenemos. Con dolor y pesar, la idea de salir a lo desconocido, emprender un largo viaje y buscar establecernos en otro se hace cada vez más recurrente. La travesía puede llevar mucho, mucho, mucho tiempo, hasta que encontremos un lugar adecuado para establecer una colonia y comenzar de nuevo. Si no conseguimos una forma de lograr la animación suspendida, es más que probable que quienes iniciemos esta aventura no conozcamos nuestro nuevo hogar. Será un viaje intergeneracional. De ser necesario, nos iremos reproduciendo -y qué más remedio, muriendo- durante el épico y prolongado éxodo. Pero nuestras semillas germinarán en mundos distantes. Viviremos en las y los que nos sucedan. Hemos superado miles de crisis. El futuro está allá arriba. Despeguemos.

La arenga de arriba no está protagonizada por humanos que planifican un viaje espacial hacia un exoplaneta ubicado en la zona Ricitos de Oro de una estrella lejana, sino por bacterias, hongos y otros microorganismos del suelo. Por el momento, el relato tiene tanto de ficción como las novelas que nos han llevado a vivir en otras estrellas. Porque si bien sabemos que hay microorganismos en el aire y que algunos de ellos podrían ser aportados por el suelo, es poco lo que la ciencia sabe sobre qué hacen allí. ¿Salen del oscuro suelo a buscar una vida más luminosa y aireada en la atmósfera? ¿Viven en el aire? ¿Lo usan para transportarse de un sitio a otro y, como en el relato, iniciar una nueva colonia en otra parte? La microbiología atmosférica, como la disciplina joven que es, está plagada de interrogantes. Intentando responder algunas de ellas, un fascinante trabajo, titulado algo así como “Contribución de las bacterias del suelo a la atmósfera a través de los biomas”, acaba de ser publicado.

El artículo, liderado por Stephen Archer, de la Facultad de Ciencias de la Universidad Tecnológica de Auckland, Nueva Zelanda, lleva además la firma de 28 investigadoras e investigadores de centros de Irlanda, España, Chile, Sudáfrica, Mongolia, Canadá, Kuwait, China, Australia, Japón, Estados Unidos, Dinamarca, Singapur y, como es esperable en esta sección, de Uruguay. En este primer muestreo a escala mundial de bacterias del aire y del suelo, que abarca 12 climas y ecosistemas de seis continentes, participa la ecóloga microbiana Claudia Etchebehere del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE). No sólo por esta presencia yorugua el artículo es valioso: además de tratarse de un primer relevamiento internacional de las bacterias del aire y su relación con las que están en el suelo, ayuda a sepultar al paradigma que sostenía que “los microorganismos en la atmósfera se distribuyen de manera ubicua y aleatoria”.

La microbiota del aire, como un vino bien trabajado, también lleva la marca de su terroir. Así que, más rápido de lo que una sudestada ayuda a dispersar bacterias del suelo, y un poco dándole la razón a Bob Dylan con aquello de que las respuestas -y las preguntas- están flotando en el viento, nos vamos a conversar con Claudia Etchebehere.

Bacterias en el aire

Los microorganismos están en todos lados. En las capas bajas de la atmósfera también, aunque en una densidad muy menor a la que podemos encontrarlos en el suelo, sobre o dentro de nosotros mismos. En el trabajo citan literatura que habla de que en la atmósfera baja puede haber entre diez y 100 millones de bacterias por metro cúbico de aire. Si bien 100 millones de células bacterianas por metro cúbico puede parecer mucho, en términos de la microbiota, es una cifra más bien modesta. “Sí, son cantidades muy bajas. En un gramo de suelo hay unos 100 millones de microorganismos. Eso es lo máximo que hay en un metro cúbico de aire”, comenta Claudia.

En la piel del ser humano, dependiendo de en qué parte, cuándo y de quién, pueden encontrarse por centímetro cuadrado entre un millón y 1.000 millones de células de microbios. Si nos fijamos en nuestro interior, la misma cifra encontrada como máximo de bacterias por metro cúbico de aire, unos 100 millones, es lo que se estima que hay en el intestino delgado… por cada mililitro. Y esa cifra palidece cuando nos trasladamos al intestino grueso, que se estima alberga la mayor biomasa microbiana de cualquier órgano o superficie del cuerpo humano, con un total de cerca de 100.000 millones de células microbianas por cada mililitro.

Si el intestino es una megaurbe de bacterias, las capas bajas de la atmósfera son el Cabo Polonio. En invierno. Y con tormenta. Aun así, para la microbiología, y aunque estemos en pleno siglo XXI, hay unas cuántas interrogantes acerca de desde dónde vienen esos “pocos” microorganismos que están en el aire.

“Hay una gran pregunta en microbiología que es de dónde vienen los microorganismos, si son los mismos que están en distintos lados y es el ambiente el que los selecciona, o si, en cambio, hay una influencia geográfica en esas comunidades que se ven en distintas partes”, dice Claudia. “Si uno piensa en los macroorganismos, tanto en plantas como en animales hay cierta localización geográfica. No son los mismos los animales ni las plantas que tenemos acá que los que hay en Australia, por ejemplo, por más que tenemos un clima similar. Entonces, hay una gran discusión en ecología microbiana, si hay cierta localización geográfica de los microorganismos, o si lo que vemos es debido a las condiciones ambientales”, prosigue.

Según la teoría de la evolución, una de las formas más clásicas para que una especie dé lugar a dos distintas es una barrera geográfica. Dos poblaciones de un mismo organismo quedan separadas por un río infranqueable, o una montaña, o porque se separan los continentes, y entonces cada una toma caminos distintos. Uno podría pensar que la atmósfera está toda conectada, que esas barreras geográficas podrían no incidir tanto y que eso podría explicar cierta homogeneidad microbiana.

“Los microorganismos están en la Tierra desde hace muchísimo más tiempo que todos los otros seres vivos. La Tierra era diferente cuando empezaron a aparecer las bacterias. Cuánto de eso generó un microbioma homogéneo y cómo fue divergiendo en cada región es un gran tema de discusión. ¿Está todo en todos lados y el ambiente selecciona, o hay cierta geolocalización? También hay muchas interrogantes sobre cómo los microorganismos van de una región a otra. Son cuestiones básicas que no se tienen claras en la microbiología como sí se saben en animales o en plantas”, reflexiona Claudia. El artículo hace aportes para algunas de estas interrogantes.

La Diaria.

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