Radio EL VIGÍA

Las relaciones de poder, ayer y hoy, justicia, poder y epistemología

De los orígenes de las relaciones y el poder. Los orígenes de las relaciones humanas datan de los orígenes de la propia historia humana.

Desde el origen de Homo Sapiens hace docientos mil años, existían formas complejas de relacionarse, sin desconocer que nuestros antecesores como el Homo Neanderthalensis ya vivía en grupos y se relacionaban entre si para enfrentar la supervivencia. No obstante, las relaciones del Homo Sapiens marcan un punto de inflexión con las demás formas de relacionarse antes conocida. El Ser Humano, a través del desarrollo del pensamiento lógico y abstracto, sumada su capacidad creativa, más su organización social compleja y con un lenguaje desarrollado, hicieron posible que las tramas de relaciones fueran más profundas. Las relaciones Humanas, entonces, comenzaron no solo a ser los vínculos entre individuos buscando saciar deseos como el hambre, impulsos sexuales y la conservación de la vida, sino también que estos sujetos con sapiencia, dotados de racionalidad, comenzaron también a formar complejas relaciones, con permanentes interdependencias durante su existencia. En este sentido, el Ser Humano, no puede ser concebido sin sus relaciones con los demás, es decir, no es natural pensar a al individuo aislado por fuera de su relación con una comunidad, ya que este “es un ser social por
naturaleza” como bien lo argumentó Artistoteles en la antigüedad y como se pudo comprobar en la modernidad incluso con experimentos sociales innecesarios, crueles y horribles llevados adelante por psicólogos de dudosa formación ética Las relaciones Humanas desde una visión hegeliana, observada desde el horizonte de la historia, no son lineales, sino, más bien dialécticas. Como afirmamos anteriormente, el individuo no es un sujeto aislado, de lo contrario, este es una construcción social. Su identidad, su integridad y su consciencia es construida según sus relaciones con otros individuos y la
comunidad, relaciones de poder, de opresión y sometimiento, de contradicción, de negación y superación, es decir, el individuo se forma en función de su entorno, mediante se vayan desarrollando ese conjunto de relaciones dialécticas, sumada las condiciones materiales y socio-cuturales donde este se desarrolla.

Observamos, a lo largo de la historia que en las relaciones humanas algo ha permanecido. Desde el marco conceptual de la dialéctica hegeliana y del materialismo histórico del marxismo las relaciones humanas en la historia, se han caracterizado por las relaciones de quienes tienen poder y quienes se someten o son sometidas a ese poder, relaciones en permanente contradicción entre las fuerzas productivas, las relaciones de producción y por la lucha de clase. Estas contradicciones y negaciones de relaciones a permanecido, con diferente vigor y en diferentes circunstancia socio-culturales. En la edad Antigua con la aristocracia vemos esta relación entre el amo y el esclavo, en la edad media con el feudalismo entre el noble y el plebeyo, en la modernidad con el capitalismo entre el burgués y el proletario. Sustancialmente la relación de poder es la misma, por un lado el oprimido (quien trabaja la materia) y por el otro el opresor (quien vive de la explotación del que trabaja la materia). En suma, ha permanecido la misma lógica de relación de poder, una clase social siendo sometida por otra. Esto sucede hasta que la clase social oprimida toma consciencia de la contradicción a la que es sometida, niega a su opresor y sumado un conjunto de condiciones materiales y culturales para que se forme una antítesis, una batalla, momento de quiebre estructural que dará lugar a una síntesis superadora la cual abrirá un nuevo momento en la historia de las relaciones de poder.

Por otro lado varios filósofos estudiarán y examinarán esta lógica de poder, observarán que las relaciones de poder se encuentran en cada rincón del tejido social donde se desenvuelven los individuos, además esta relación en muchos de los casos se encuentra naturalizada y en especial con cabal legalidad en la sociedad. El contemporáneo filósofo Michel Foucault es uno de los principales pensadores que estudió a fondo las relaciones de poder en la sociedad pasada y en la actual. Para el filósofo francés el poder no es una especie de sustancia ni algo innato en las personas sino más bien un ejercicio, acciones que llevan adelante una persona o grupos sobre otras, estas acciones de poder se encuentra esparcidas e invisibilizadas en todo la esfera social social. “Entre cada punto del cuerpo social, entre un hombre y una mujer, en una familia, un maestro y una alumna, entre el que sabe y el que no sabe, suceden relaciones de poder, estas son el suelo movedizo y concreto sobre el que ese poder se incardina” (Foucault,1975, Vigilar y Castigar, p.85).

En suma, existe una estructura social que da garantías a este sistema de relaciones , hay un modelo macro en las relaciones de poder la cual es determinante para que surjan micro relaciones de poder. Esta relación macro y hegemónica está legalizada, naturalizada y en ocasiones invisibilizada en la sociedad. La polarización de la sociedad en dos clases sociales hace posible que las relaciones de poder hagan una especie de “metástasis” en todo el tejido
social. La desigualdad material y económica de quienes son dueños de los medios de producción con los que solo tiene su fuerza de trabajo, crea un campo fértil para que proliferen las micros relaciones de poder, estas se dan en mayor o en menor medida en las diferentes esferas de la sociedad, en las familias, en las escuelas, en el trabajo, en espacios recreativos, etc.

Pasamos a ser sujetos alienados con perdida de consciencia, trasladamos y reproducimos nuestra opresión a nuestro entorno con el que socializamos. No obstante, es válido preguntarnos ¿hay individuos con mas vulnerabilidad que otros en las relaciones de poder? ¿Existen grupos sociales más expuestos que otros a la opresión a causa de las relaciones de poder? ¿Podemos al menos visibilizar los hechos de abuso que provocan las relaciones de poder? Los prejuicios identitarios en los juicio de credibilidad Vemos hasta ahora lo enquistada que están las relaciones de poder en la sociedad pasada y en la actual. Sin dudas esta forma de relación tiene un gran impacto en el desarrollo general del individuo, desde todo punto de vista, no tendrá las mismas posibilidades para el desarrollo y autodesarrollo quien somete a quien es sometido. Continuaremos reflexionando sobre cómo impactan estas relaciones desde la epistemología, ¿Tenemos las mismas posibilidades para enfrentar el mundo del conocimiento? ¿Mis conocimientos son validados por todos iguales? ¿Por qué hay relatos que cuentan con credibilidad a priori, y otros que no? ¿Un testimonio creíble lo hace su contenido o el individuo que lo relata? ¿Cómo surgen las injusticia epistémicas en la cotidianidad de los individuos? Miranda Fricker, filósofa contemporánea inglesa en su libro Injusticia Epistémica publicado en 2007, empleó y exploró el término injusticia epistémica, que refiere al concepto de una injusticia ejercida en contra de alguien «específicamente en su capacidad como portador de conocimiento», es decir las injusticias que se pueden dar cuando alguien comunica o cómo es
comprendido. Fricker, conceptualiza dos tipos de injusticia epistémica: la primera, injusticia testimonial y la segunda, injusticia hermenéutica. Según la filósofa, la injusticia testimonial ocurre cuando el conocimiento de una persona es ignorado o su credibilidad es cuestionada por la mera pertenencia de esta persona a un determinado colectivo o grupo social. Una injusticia hermenéutica, por su parte, ocurre cuando la experiencia de una persona no es comprendida (por ella misma o por los demás) porque no hay ningún concepto disponible que pueda identificar o explicar cabalmente una determinada experiencia. Centrándonos en la injusticia testimonial, los intercambios testimoniales, entre hablante y oyente en ningún caso son neutros.

Es necesario reconocer las identidades sociales y tener presente como se da la relación de poder, tanto del hablante como del oyente, esto es clave para ubicarse en situación de alerta y poder ejercer una conciencia crítica reflexiva sobre los juicios de credibilidad que se establecerán. En este sentido, es necesario para llegar a ese punto el poder reconocer los prejuicios y dejarlos de lado, detenerlos antes que distorsionen los juicios de credibilidad. Podemos según la autora ser oyentes críticos reflexivos en forma natural, debido a no poseer mayor influencia de prejuicios que interfieren en los juicios, o podemos ser correctivos de nuestros juicios, lo que requiere un análisis y detección de que el juicio de credibilidad está siendo marcado por prejuicio identitario y es necesario revisar el mismo. No obstante, se plantea que no todos los juicios pueden revisarse, no todos los prejuicios se hacen evidentes a los hablantes y oyentes y en en este caso se invalida la posibilidad de llegar a una justicia epistémica. Hay casos, en el que plantea la autora, donde lo histórico-social y cultural escapan a la idea de virtud, en tanto justicia testimonial. No podemos pensar en alcanzar la virtud de la justicia cuando no tenemos forma de detectar, reconocer y revisar acciones que sean consideradas prejuicios. Según Fricker los prejuicios identitarios vinculados a estereotipos negativos son fuente de injusticias persistentes y sistemáticas. Si bien el oyente debe de tener una conciencia crítica reflexiva, también debe de practicar el desapego y des-naturalizar lo que hemos aprendido a través de los procesos de socialización, como por ejemplo, a quienes depositamos una ciega confianza. El ejemplo del médico (en su calidad de experto) personifica un rol que le concede a sus dichos altas cuotas de autoridad y confiabilidad. Pero que además la autoridad de la profesión médica no se limita a los contextos específicos en los que éstos ejercen su función. La medicina es, sin lugar a dudas, uno de los saberes más influyentes de la sociedad actual; un médico o una médica puede hablar de un tema que no sea estrictamente de medicina y será considerada su opinión como calificada.

Quien ha sido víctima de prejuicio es sometida a una desvalorización de su voz, de su habla, de su pensar y ser, y esto no es algo que no genere consecuencias en la vida cotidiana de las personas. Ese discurso emitido en forma de prejuicio y el cual no logra dejar de serlo al momento de emitir un juicio de credibilidad, puede ser portador de una realidad no real que conformará en el imaginario social y del mismo hablante una verdad que sin serlo puede aceptarse como tal. La víctima no reconoce, en algunos casos, que la valoración que recibe es en base a un prejuicio y no en base a la realidad. Esa realidad distorsionada por los juicios de credibilidad emitidos condicionan la imagen de la víctima tanto para sí como para otros y provee de elementos a la sociedad para que siga reproduciendo ese prejuicio sobre el que se trabajó. Las personas víctimas de prejuicios, son víctimas de discriminación, de rechazo, de marginación y de desaparición; entiéndase esto último no como la desaparición física de la persona, sino como la desaparición de su identidad y su ser en tanto su voz no tiene valor.

Se puede dar como otra opción, que muchas veces quienes sufren algún tipo de injusticia acaban por reaccionar especialmente ante ella, adoptando una forma más fuerte con desarrollo de conciencia crítica, quedando en alerta y siendo vigilantes. En el caso puntual del prejuicio identitario, quien ha sido víctima del mismo tratará de evitar que los estereotipos sociales distorsionen la percepción que tiene, en tanto oyente, del hablante. Es pasible de una
consciencia crítica virtuosa desarrollada a fuerza de su propio sufrimiento y padecimiento; un estado reflexivo de alerta sobre el impacto de la identidad social del hablante y su propia identidad , a pesar de que sea consciente de la imposibilidad de lograr una neutralidad total en el intercambio del testimonio. Esta forma desarrollada de la consciencia lo lleva a corregir y neutralizar continuamente, como si se trata de un colador por el que todo se filtra, revisando y reformulando, buscando acercarse al ideal de ausencia de prejuicio donde será posible la credibilidad epistémica. Es una especie de segunda naturaleza que la victima adquiere, fruto de una reflexión crítica, continua y activa indispensables como condición de esa virtud. Vemos
también que los prejuicios identitarios son fomentados y agudizados generalmente en las sociedades meritocráticas. En tal sentido, si tienes un título profesional o una carrera académica eres tenido en cuenta rápidamente por el oyente, muchas veces (como el ejemplo del médico) el tener un título académico crea un campo de autoridad, confiabilidad y superioridad que en algunos casos es perjudicial para el interlocutor. Una de las consecuencias cotidianas de los prejuicios identitarios es que el oyente sea engañado o conducido al error por el locutor.

En este sentido Fricker plantea que cuando hay prejuicio identitario en el entorno discursivo, está el peligro de incurrir en la carencia de credibilidad prejuicioso identitario. “El oyente debe considerar en su juicio de credibilidad neto el probable impacto que puede ejercer sobre su percepción espontánea (y, si es posible, también sobre la actuación real del hablante) la relación de poder identitario que media entre él mismo y el hablante” (Fricker, 2007 p.154).
En suma, para que el oyente identifique el impacto del prejuicio identitario en sus juicios de credibilidad deberá estar alerta del impacto que produce en la identidad social propia y en la del hablante. La autora señala que, para evitar una injusticia testimonial, es necesario, recurrir a una reflexión crítica activa, la cual nos dirige en dirección de identificar el supuesto prejuicio; en caso de que el juicio de credibilidad se debe a los prejuicios, entonces deberá tener una virtud correctora antiprejuiciosa apuntando a un ideal orientador, el cual consiste en “neutralizar todo impacto negativo del prejuicio en los juicios de credibilidad propios mediante una compensación al alza hasta alcanzar el grado de credibilidad que habría otorgado de no haber sido por el prejuicio” (Fricker, 2007 p. 155). En este punto, la autora se cuestiona la posibilidad de determinar una virtud que pueda hacerle frente al riesgo del déficit de credibilidad provocado por el prejuicio identitario, es decir, se pregunta por “la carga específicamente anti-prejuiciosa que debería tener la sensibilidad del
oyente virtuoso para evitar cometer injusticias testimoniales” (Fricker, 2007 p.147). De este modo, va a estructurar la idea de esta virtud, la que va a denominar como “justicia testimonial”, la cual se trata de una virtud ética y también intelectual, que le otorgaría al oyente la capacidad de contrarrestar los prejuicios que afectan a sus juicios de credibilidad.

Conclusión:

En la vida cotidiana muchas veces somos oyentes cargados de prejuicios. Olvidamos o bien no le damos importancia a las identidades de la personas que se está comunicando, en ocasiones no prestamos cabal atención en la integridad del discurso. A diario debemos trabajar como oyentes para poder identificar los prejuicios cuando nos enfrentamos a un testimonio o discurso, en más de una oportunidad antes que alguien nos comienza a relatar un testimonio, con el solo hecho de observar su apariencia prejuzgamos y nos auto-condicionamos sobre la fidelidad de la información recibida, por lo cual necesitamos reflexionar de manera crítica forjando una conciencia social abierta y reflexiva. Son pocas las veces que visibilizamos las relaciones de poder en las cuales se condiciona un relato que pretende explicar una determinada realidad.

Cuando somos parte de una construcción discursiva tanto como oyente o hablante debemos de ser lo suficientemente capaces para dilucidar lo que sucede más allá de lo explicito del discurso. Debemos ocuparnos periódicamente en formar una conciencia crítica para reflexionar en base a nuestra conciencia social, tenemos el deber ético de no solo ocuparnos de nuestra consciencia sino también de la consciencia social, estimulando a nuestros pares, nuestro entorno a organizarnos y forjar una conciencia incipiente, colectiva y crítica frente a las injusticias epistémicas. Como vimos al comienzo, estas en definitiva no son más que las consecuencias de las injustas relaciones de poder que predominan en la sociedad. Al parecer, a medida que exista este hegemónico sistema político y económico que domina la sociedad y la cultura es imposible abolir sustancialmente las injusticias que provocan las relaciones de poder de las cuales algunas de ellas son las injusticias epistémicas, testimoniales y hermenéuticas. Comparto lo que refiere Fricker de algunas alternativas y ejercicios filosóficos para mitigar el impacto de las injusticias epistémicas en el desarrollo de los individuos, pero entiendo que para lograr cabalmente terminar con estas injusticias es necesario un cambio estructural en la sociedad, comenzar a discutir y actuar seriamente sobre otras formas de relaciones, en todos los planos y sentidos, discutir las desigualdades e injusticias de las minorías, de los oprimidos, de los explotados, que
abarque lo epistémico en conjunto con lo económico, lo social, lo cultural y lo político.

La pensadora y revolucionaria alemana Rosa Luxemburgo manifestaba la necesidad de luchar “por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”, solo en un mundo con estas características, donde la diversidad Humana sean socialmente iguales. Recién aquí, podemos pensar cabalmente en iguales condiciones en el conocimiento y así contemplar la justicia epistémica, en este sentido estaremos en condiciones de alcanzar el conocimiento de la realidad y la verdad. Mientras tanto, no nos queda más que contribuir en acumular fuerza en las consciencias críticas, seguir acumulando en el proceso dialéctico de negación, visibilizar las injusticias epistémicas y las injusticias de toda naturaleza,
para así seguir tensando el inexorable quiebre hacia un nuevo momento histórico donde por fin las relaciones sean desde la igualdad y libertad y no desde el poder y la opresión.

Bibliografía:

  • Dilthey, Wilhelm (1945), Teoría de la Concepción del Mundo, México, Panamericana.
  • Foucault, Michel (1975), Vigilar y Castigar, Buenos Aires, Siglo XXI.
  • Fricker, Miranda (2007), Injusticia Epistémica, Barcelona, Herde.
  • Hegel, Georg (1ra edi. 1807, edi. reimp. 1971), Fenomenología del espíritu, México, fondo de la cultura económica.
  • Marx, Karl y Engels, Friedrich (1ra edi. 1848, edi reimp. 2001), Manifiesto Comunista, Madrid, Alianza Editoria.

Palabras Claves: Relaciones de poder, materialismo histórico, dialéctica, identidad, prejuicios identitarios, injusticia epistémica, consciencia crítica.

Ensayo: Nicolás Caballero Quintian.

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