“Izquierda sin cultura no es izquierda” (Mariano Arana)
La importancia de la inclusión de la cultura en las agendas de los gobiernos, en especial de las administraciones municipales es una realidad indiscutible. La sociedad requiere de la implantación de políticas culturales que tienen que ser plurales, participativas, integradoras, enriquecedoras, estratégicas y con perspectivas de futuro, establecidas a partir de una priorización en la toma de decisiones, de acuerdo con las demandas y necesidades explícitas e implícitas presentes en cada localidad.
Su finalidad es propiciar la dimensión cultural para el desarrollo estratégico local y regional a través de la presencia sistemática del Estado e instituciones académicas. Entre sus objetivos principales, se destacan: brindar herramientas de conocimiento para fomentar el desarrollo de comunidades desde la dimensión cultural; crear, mantener y fortalecer redes de relaciones entre localidades y regiones a través de una gestión dinámica y fortalecer, al unísono, el rol de las instituciones estatales y académicas como referentes del desarrollo; considerando, además, las diversidades y potencialidades propias a cada comuna. Esto sólo se puede consolidar desde las administraciones municipales, porque el municipio al ser la célula más pequeña de la democracia, necesita de la descentralización para fortalecerse y retroalimentarse. El trabajo cultural, es decir, el accionar en todos los campos de la cultura, es una forma de generar procesos de participación e inclusión de la población y el ámbito municipal es, precisamente, el espacio donde se hace factible la articulación de la sociedad política con la sociedad civil. Un municipio con alta participación ciudadana, con inclusión de la gente a la gestión de la cultura, con descentralización de las actividades culturales, co-gestionadas con las asociaciones, con los particulares, con las empresas, redundará en el fortalecimiento del mismo municipio.
El municipio como célula básica de la democracia institucional y la acción cultural como pedagogía política, confluyen en la tarea de: conformar el tejido social, dinamizar el desarrollo local y consolidar la democracia.
A la hora de elaborar las políticas culturales de incidencia y transformación se pueden mencionar como ejes fundamentales aquellos que se aseguren:
- La participación de la gente, a partir de la elaboración de políticas inclusivas. Para lograrlo se deben diseñar las políticas con la gente, desde el consenso y no en el escritorio del responsable de cultura.
- La promoción y revalorización del patrimonio tangible, intangible, natural y cultural. Sin un estricto relevamiento, ya sea del patrimonio en general como de los hacedores culturales de la comunidad, esto no es posible (como ya se dijo, hay que tener el conocimiento del territorio donde se va a intervenir).
- Democratización de la cultura: sin participación no es posible.
- Descentralización de la administración y de los programas culturales, mediante la creación de dinámicas en red, con nodos que actúen en forma autónoma pero coordinadamente.
- Refuncionalización del organismo estatal y de la infraestructura disponible para lograr la descentralización antes mencionada.
- Potenciar las dinámicas locales con independencia de las centrales para que “dialoguen” con eficacia y respeto mutuo.
- Dar autonomía funcional a los equipamientos locales.
- Priorizar las políticas de convenios por encima de las subvenciones.
- Potenciar las políticas de creación de demanda por encima de las de ofertas.
- Interrelacionar los programas culturales con las escuelas.
- Extender los programas de divulgación histórico-cultural, basados en una concepción moderna del patrimonio. Para ello debe partirse, como ya se dijo, del estudio de la morfología de la localidad, para descentralizar ( el mapa cultural) y para después trabajar en la recuperación de espacios físicos sobre todo en los lugares del territorio donde faltan lugares de encuentro, de producción, de creación (centros MEC, escuelas rurales, espacios públicos abandonados, etc.) se deben reacondicionar, dinamizar, vivificar. Deben de gestionarse grupos o elencos del municipio, centros culturales, museos, bibliotecas, archivos (vivificándolos), porque estos espacios pertenecen a la ciudadanía. Deben fomentarse y apoyarse aquellas actividades independientes sin asistencialismo, cogestionando, implicando a las asociaciones, clubes, colectividades, centros comunitarios y tradicionalistas. Es preciso, también, apoyar la labor de los artistas y artesanos (grupos o elencos independientes) propiciando la creación, colaborando en la protección y distribución de sus producciones, fomentando la producción, y siendo un ferviente consumidor de los productos culturales locales ya existentes. Respecto a los bienes patrimoniales, es necesario realizar la conservación, el mantenimiento, la preservación, la difusión (para que todos conozcan el patrimonio que posee la localidad), es necesario trabajar en educación, con una labor estrecha con las escuelas de diferentes niveles y en la sostenibilidad de ese patrimonio, lo que va estrechamente ligado al trabajo con el rubro turismo… Pensamos que por esta línea debemos transitar, para que la cultura deje de ser un concepto ornamental, una vestimenta festiva o una palabra que al final sólo acabe enriqueciendo los, (ya anodinos), discursos elitistas.
1 comentario en “¿QUÉ HACER POR LA CULTURA DE ROCHA?”
Agradecemos al comunicador Alejandro Arrieta, por permitirnos el espacio.