La frase no está dirigida al público, que espera el inicio del espectáculo sobre el pasto o en mesitas de madera, sino al sonidista con el que están ajustando los últimos detalles. Minutos después, la Banda Municipal do Chuí comienza a tocar.
Cerca de ellos, las mujeres que atienden el stand de la escuela 61 no paran. Pegado en las patas de la mesa que sostiene las tortas que venden, hechas con frutos nativos, hay un cartel que reza: «Colabore con la escuela de Valizas y su proyecto educativo». Graciela, su directora, explica a la diaria que desde el año pasado están trabajando entre padres, maestras y alumnos en el desarrollo de una huerta comunitaria, con el objetivo de abordar la soberanía alimentaria. Si bien todavía están arrancando, los niños han demostrado interés en la propuesta y se han involucrado en su crecimiento. «Ellos son muy conscientes del trabajo y de la alimentación saludable», asegura Graciela, y agrega que después de asentarse y concluir esta etapa de aprendizaje teórico les gustaría plantar árboles frutales, hacer abono y generar un control de plagas, «todo en base a cosas naturales».
Aquello que pudimos recaudar porque «es una feria bastante grande y hay que mantenerla», relata. También continuarán abriendo el segundo sábado de cada mes, para exponer sus artesanías, realizar trueques de semillas y plantines, y una gratifería, junto a nuevas propuestas que puedan aparecer. Para Silvana, aunque la participación puede fluctuar, lo rico de la organización es que sus integrantes tienen «una visión y una misión en común», que concibe al lugar como un espacio cultural, en el que se aprende a trabajar en equipo.
Más apoyo
Acodada en un mostrador armado junto a una camioneta, una niña que acaba de pedir churros le pregunta a la vendedora de Churros Crazy si ofrecen brownies. Natalia esboza una sonrisa y responde que sí, pero que son para mayores de edad. A su lado, su pareja, Israel, cuenta a la diaria que se dedican a esto hace 12 años, y que, aunque son de Canelones y trabajan seis meses allá, se sienten valiceros.
Balneario: los tonos agrestes, la mezcla de campo y bosque, el arroyo, las dunas, y la cercanía con el Cabo Polonio y Aguas Dulces, a los que se puede llegar a pie. «Es lo que nos mantiene en vigencia, pero, en realidad, necesitamos un poco más de apoyo para que se divulguen nuestras aptitudes», reafirma. Por último, menciona el hecho de que durante el año hay muy pocas fuentes de trabajo, algo que «debería ser un motivo de preocupación» para los gobernantes.
La Diaria.