“Izquierda sin cultura no es izquierda” (Mariano Arana)
Una gestión cultural efectiva es aquella capaz de crear flujos, intervenciones, procesos, y generar resultados orientados hacia la transformación de las comunidades en un sentido de desarrollo y enriquecimiento de su vida cultural. Se refiere también a hacer factibles las utopías, transformándolas en proyectos, procesos y realidades, a partir de una participación activa entre comunidades y gestores. Suele pensarse que la gestión cultural es sinónimo de activismo cultural, de la experiencia que genera una actividad tras otra, o que su contenido y orientación dependen específicamente del ingenio, del arrojo o de la capacidad individual de quien se asume como gestor. Y aunque la creatividad, el valor, la pasión y una alta dosis de liderazgo son ingredientes sin los cuales no es posible tomar parte de ella, también es verdad que en nuestros días estos componentes, aun siendo recursos indispensables, ya no resultan suficientes. Lo cierto es que el trabajo de campo, la interacción con la gente, la acción misma de la práctica en cada uno de las áreas de la vida cultural, generan un conocimiento determinado por la experiencia misma, una intuición documentada e incluso una trayectoria especializada que son insustituibles y que no se pueden aprender en ningún libro ni transmitir por ósmosis. No se puede ser un gestor cultural si no se ha llenado de polvo o barro los zapatos, si no se ha intentado organizar o llevar a la práctica un proyecto, ¡incluso si no se ha fracasado en una experiencia basada en alguna utopía humana irrealizable!
Si bien todo proyecto o proceso cultural implica un riesgo, debemos estar alertas a la propia capacidad de visualizar su desenvolvimiento para determinar hacia dónde se orienta y cómo se entrecruza con factores o deseos de la comunidad que pueden enriquecer, proyectar o matizar lo buscado, llevándolo hacia una nueva y más productiva dirección. Un ejemplo: la actuación de una comunidad que trabaja por la recuperación de un espacio público puede revelar capacidades desconocidas entre algunos jóvenes, lo que sin duda podría convertirse en un ingrediente adicional, capaz de elevar las miras, el alcance o potencial de influencia antes esperados. Por lo mismo, un diagnóstico previo, (obtenido del contacto con las “diversas realidades” o “emergencias locales”) o el fruto de una intervención directa podrían determinar la inviabilidad de un proyecto, la ausencia de condiciones mínimas adecuadas para llevarlo a cabo, o bien, que para llegar a crearlas habría que invertir en procesos previos que tal vez impliquen no sólo una mayor duración, sino también otro tipo de recursos en cantidad o en calidad. En nuestro medio existen “gestores” o “mediadores culturales” que piensan que su papel consiste en “dinamizar” o “animar” a la comunidad, lo cual implica en muchos casos asumir una postura externa a ésta, o bien un rol protagónico o misionero que supone una “reivindicación” de las comunidades, con la idea de “rescatarlas” o “recuperarlas”, como si ellas mismas no tuvieran capacidad de autonomía o resiliencia. Estas posturas “verticalistas” alimentan las propuestas distributivas que todavía hablan solamente de “llevar” la cultura, como si la cultura fuese “algo” de lo cual se careciera en dicho medio. La cultura es fruto de la creación colectiva de una sociedad; son los diversos grupos sociales, las comunidades, los artistas, las comunidades urbanas y rurales, los jóvenes, las mujeres, los hombres, la sociedad toda quien crea y conforma la cultura. Por eso conviene remarcar que la gestión cultural tiene como propósito el desarrollo y el enriquecimiento de la vida cultural de una comunidad conjuntamente con esa comunidad.
La vida cultural es un concepto que necesitamos establecer y consolidar para comprender su importancia junto con la vida económica, social y fundamentalmente, (en nuestro medio), política de una comunidad. Necesitamos una vida cultural que regenere el espacio público, para dar cumplimiento a los derechos culturales, para crear un ambiente favorable al fortalecimiento de la identidad cultural de cada individuo o comunidad, para afirmar el sentido de pertenencia de los grupos sociales, de los jóvenes, las familias, los niños y niñas, los adolescentes, los adultos mayores en contextos urbanos y/o rurales, definidos lo mismo por la diversidad y por la desigualdad.
A continuación, un escueta muestra de algunos de los significativos logros, en materia de cultura, en los últimos períodos frenteamplistas, referidos a la promoción de actividades, como a la recuperación y reactivación de espacios públicos en nuestra comunidad:
- Recuperación del “Teatro 25 de Mayo”.
- Remodelación del viejo edificio de Dirección Impositiva, creándose el Centro Cultural ‘’María Élida Marquizo’’.
- Recuperación y rescate, para las futuras generaciones, de autores rochenses de todas las épocas, mediante una serie de publicaciones impulsadas por el M.E.M.
- Se recuperaron o instalaron Centros Culturales en la mayoría de las localidades del interior del departamento: Castillos, Lascano, Chuy, Cebollatí, 18 de Julio, Barra de Chuy, La Coronilla, Costa Azul. Cada uno de estos centros culturales, dentro de sus posibilidades, ofrecía una gama de cursos, muestras, charlas y actividades diversas a la población, surgidos, en el mayor de los casos, precisamente de demandas locales.
- Se instalaron, en convenio con el Ministerio de Educación y Cultura y ANTEL, los Centros MEC, que funcionaron en su mayoría en locales de la Intendencia y con personal municipal, (eliminados de una estocada en la actual gestión mediante el art. 357 de la ley 19924).
- En convenio con el MEC se puso en funcionamiento la Usina Cultural de Castillos.
- Se construyó y puso en funcionamiento Casa Joven.
- Se han realizado festivales y eventos, ya sea organizados en forma exclusiva por el gobierno departamental (Semana de Rocha, Carnaval con participación de reconocidas agrupaciones, Derrochando Coplas, etc) o en forma conjunta con otras instituciones (Uruguay a Toda Costa, Ferias del Libro, etc).
- Se recicló e inauguró el Espacio de Arte y Cultura Joven.
- Participación en el proyecto nacional de difusión cultural “Uruguay Te Leo”, interactuando autores locales con reconocidos autores de diversas localidades del país.
- Proyecto de remodelación del edificio de correos, destinado a ser un nuevo Museo local, el cual, tras la nueva administración, se paralizó.
- Un logro significativo fue la instalación y funcionamiento de 11 centros culturales a lo largo y ancho de todo el departamento, etc., etc.
Siempre que la cultura sea considerada como base del desarrollo, la noción misma de “política cultural” tenderá a ampliarse. Toda política de desarrollo debe ser profundamente sensible e inspirarse en la realidad cultural de cada localidad; aplicar una política semejante, supone identificar los factores de cohesión que mantienen unidas a las sociedades haciendo el mejor uso posible de las realidades y oportunidades del pluralismo. Ello implica promover la creatividad en el terreno de la política y el ejercicio del gobierno, la tecnología, la industria, el comercio, la educación, el desarrollo social y comunitario, así como de las artes.
1 comentario en “¿QUÉ HACER POR LA CULTURA DE ROCHA?”
El agradecimiento constante para el comunicador Alejandro Arrieta,por cedernos el espacio en tan importante medio.